sábado, 22 de noviembre de 2008

Ajedrez

Hace mucho que no juego al ajedrez. La última vez creo que fue en las Navidades pasadas, con mi padre. Ayer estuve hablando con Miguel de las cosas del tablero. Y me acordé de los nombres de los grandes. Y de lo que me gusta decirlos: Fischer, Capablanca, Alekhine, Karpov, Kasparov. Vale la pena una conversación sobre peones y otros cargos sólo por poder nombrarlos. Cada uno, luego, era de su padre y de su madre. Si tenéis un rato, daros una vuelta por los enlaces para leeros algo de sus vidas. Vais a flipar. Con lo tarado, de verdad, que estaba el Ficher, que igual ha sido el tío más grande de la historia en lo suyo; de la clase que tenía Capablanca; de lo cabroncete, por decirlo suave, que era el Alekhine. De Karpov y Kasparov es que, desde que vi la coña que hacían del primero en "La hora chanante", ya no se me ocurre nada mejor que decir.
Bueno, pues comentando estas historias andábamos, cuando lancé una teoría de lo más trillada: uno juega como es. Ya digo que original no es, pero médiate tú una botella de vino y un whisky y después me cuentas. Y me imaginaba cómo jugarían los tipos de arriba, pero también los amiguetes. Por mi parte, yo creo que empiezo concentrado. Luego pierdo la paciencia y tiro palante para hacer cambios de piezas sin ton ni son. Así está más limpio el tablero y puedo pensar mejor. ¿Crees que es una buena fórmula? ¿Cómo juegas tú?
 
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