lunes, 24 de diciembre de 2007

¡Que parezca una boda!

Eso es. A lo grande. Lo de Caná fue un ensayo general. Con Dios de tu parte como que es más fácil. Para multiplicar panes y peces sólo hace falta una calculadora o un buen proveedor. Pero móntatela tú. A tu aire. En la barra. No es fácil. O sí. Ha pasado. Doy fe. Dicen mis padres, quién si no que estamos en Navidad, que el dinero y los cojones son para las ocasiones. Tampoco hace falta tanto. Desde que llegué a Jaén todos los días son fiesta. Sólo hacen falta ganas. La risa la llevamos dentro. Hay uno que se tiró años buscándola y se murió gruñendo. Luego te das cuenta que ni siquiera hace falta rascar. Es como la Mastercard. Mola tenerla pero, ¿sabes qué es lo que no se compra? Las huevas con mahonesa del Bahía con mi familia. Ni la botella de Juvé & Camps. Ni las chuletillas de choto. Ni el tinto de buena bodega. Ni las berenjenas fritas. Ni el revuelto de patatas con huevo. Ni... Bueno, a ver, tiene precio. Sí. 112 euros. ¿Es caro? ¿Sí? ¿No? Otro día lo hablamos. Pero, ¿cuánto pagarías por el grito de guerra de mi padre?
¡Que parezca una boda!

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